La grúa Carola, ¿la Torre Eiffel de Bilbao?

¿La Torre Eiffel de Bilbao? Para quien no haya visto nunca la grúa Carola esta comparación puede resultar un tanto presuntuosa. Lo reconozco. Seguro que los de fuera del botxo ya estarán pensando aquello de "ahora viene que los de Bilbao... y una bravuconada". Para que saquéis vuestras propias conclusiones, en Secretos de Bilbao os invitamos a conocer  una de nuestras joyas arquitectónicas, que nos evoca un cierto acento francés. Es la única grúa que se conserva en la ciudad y fue utilizada para la construcción de grandes barcos. Un pasado, el de Bilbao, muy ligado a los astilleros.

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Grúa Carola -Fotografía de MTvisuals

Ahora, la grúa se ha convertido en un reclamo simbólico del Museo Marítimo. Aunque no se puede acceder a ella,  se puede ver desde fuera, como parte de su exposición. Y es que, cuando la grúa quedó en desuso, en la década de los 80, fue objeto de algunos ataques vandálicos hasta que la compró el Ayuntamiento de Bilbao, que la donó, junto al resto de las instalaciones de los astilleros a la Diputación Foral de Bizkaia para que formara parte del Museo.
 
La grúa Carola funcionó la friolera de 27 años. Fabricada entre 1954 y 1957 por la empresa talleres de Erandio. Con unas dimensiones de infarto: 60 metros de altura  y 30 toneladas de peso, fue utilizada para la construcción de embarcaciones hasta 1984, año en el que se cerraron los Astilleros Euskalduna. En su momento fue la de mayor potencia de las fabricadas en España y la primera en atender los trabajos de prefabricación y montaje de bloques de grada, que se instaló en Bilbao. 

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Grúa Carola junto al Puente Euskalduna - Fotografía de MTvisuals


Esta impresionante grúa nos deja más cifras. La cabina de mandos está situada a 35 metros sobre el suelo, tenía una capacidad para levantar 60 toneladas de peso y se movía sobre raíles con un motor de 65 caballos de vapor.

¿QUIÉN ERA CAROLA?

¿De dónde procede el nombre? Hay quien dice que Carola era la mujer de uno de los empleados de los astilleros que cada día se acercaba a llevarle la fiambrera, pero la versión más extendida cuenta que una bella mujer de Deusto cruzaba todos los días los astilleros para acudir a su trabajo.  Al parecer, los obreros se subían a la grúa al verla pasar para dedicarle piropos.


El director de los astilleros estaba tan harto de que sus trabajadores perdieran tanto tiempo en esta faena que llegó incluso a ofrecer a la chica un coche que la trasladara desde su casa hasta su puesto de trabajo para evitar las distracciones de sus empleados. Ella, Carola, rechazó la propuesta.